Hay obras que, antes de entrarte por la inteligencia o la sensibilidad, te entran por los ojos y por el tacto. Libros agradables de ver y tocar. Libros que coges con gusto y que sostienes y miras con esa fruición antigua que dedicábamos (que algunos seguimos dedicando) a las obras bien impresas, con buen olor, manejables y hermosas. Es el caso de El libro de los enigmas de Sherlock Holmes, una obra que el sello Grijalbo publica en tapa dura acolchada y que viene firmada por el Dr. John Watson (¿quién, si no, podría haberla redactado?). En ella se recopilan un total de 150 acertijos que el lector deberá ir resolviendo y que constituyen pruebas para el sentido común, la perspicacia, el tino y la agudeza mental de la persona que abre sus páginas. Este centenar y medio de retos han sido ideados por Tim Dedopulos, incorporan material gráfico de Rebecca Wright y acuarelas coloreadas por Chris Gould, y forman un conjunto magnífico para empezar el año planteando a nuestros niños y jóvenes un método divertido con el que aumentar su capacidad deductiva, su imaginación y su visión analítica. Pero que nadie piense que este volumen nos propone razonamientos abstrusos o jeroglíficos donde quebrarnos la cabeza. Nada de eso: hay propuestas de todo tipo, porque los tipos de inteligencia son (ahora lo sabemos) muchos también. Y hay docenas de curiosidades de variada raigambre: gastronómicas (en la página 47 se nos interroga sobre por qué conviene añadir algunos granos de arroz a los saleros), literarias (en la página 84 se nos explica que Cervantes y Shakespeare murieron ambos el 23 de abril de 1616... pero que no lo hicieron el mismo día), geométricas (en la página 121 se nos interroga acerca de por qué pensamos que los huevos no son siempre redondos, sino que tienen una forma más bien ovalada) o incluso familiares (en la página 151 se nos plantea la curiosa pregunta de si alguien puede ser sobrino y tío de una persona al mismo tiempo). Como se puede observar, un tomo para distraerse, sonreír, aprender y poner a prueba no sólo la imaginación y la destreza de los lectores más jóvenes (a quienes el libro parece ir dedicado de forma mayoritaria), sino también la de aquellos que tienen más edad, porque algunos de los acertijos son francamente complicados. No se priven de comprobar por sí mismos hasta qué punto son capaces de resolver los 150 misterios que el doctor Watson y el inefable Sherlock Holmes arraciman aquí para ustedes.
